La promenade de Rilke

El bosque de Worpswede, exterior, día, paseo. Fue una amiga rusa, Tania, quien me puso sobre la pista de Rilke. Me pregunté por el estado de ánimo del poeta que caminaba por los mismos senderos. No encontré ninguna pista en su obra en los mismos años. Fue en su correspondencia donde descubrí las respuestas: "Aquel final del verano de su primera estancia en Worpswede, Lou Andreas-Salomé" acababa de dejarlo. Pero allí conoció a la mujer que se convertiría en su esposa. El poema elegido, aunque sea anacrónico, tiene un eco profundo con el momento de mi vida de aquel paseo, de las imágenes que tomé, de mis amigos rusos hablando y caminando conmigo.
Sabiendo que Rilke encontró allí un nuevo amor, estas palabras resuenan entre los árboles con esperanza.
Brenda Hoffman
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